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  Nuestros Santuarios   

  Qué es el Santuario             

El 18 de octubre de 1914 el Padre José Kentenich le invita a la Virgen María a establecerse en una pequeña capilla del pueblito de Schoenstatt. Ella, desde ese lugar, derramará sus gracias y sus favores, a todos los que con fe peregrinen hasta el “Santuario”.

La virgen Maria aceptó la invitación y se instaló en el Santuario original en Schoenstatt, Alemania y desde entonces se multiplicaron los pequeños Santuarios en todo el mundo. El Santuario es lugar de gracias y de peregrinación, lugar privilegiado donde la Virgen María se establece espiritualmente para acompañar a sus hijos.

  Qué gracias pedimos a la Virgen en su Santuario 

LA GRACIA DEL COBIJAMIENTO 

Es sentirnos amparados por María, quien nos ayuda a poder experimentar así el amor paternal de Dios. Ella se preocupa por mí y por mis seres queridos y me hace sentir en el Santuario como en mi hogar.

LA GRACIA DE LA TRANSFORMACIÓN 

 

Es la gracia que nos impulsa al cambio, ¡Dejad al hombre viejo para que surja el hombre nuevo! Nos da fuerza para adecuarnos a los valores del reino: la verdad, la justicia, el amor, la paz, la unidad, la libertad…

LA GRACIA DEL APOSTOLADO

Consiste en sentirnos enviados a irradiar a Cristo en todo nuestro ser: con el testimonio, la palabra y la acción. Salimos del Santuario para evangelizar al mundo, para hacer de nuestra patria una NACIÓN DE DIOS.

  Qué le ofrecemos a María en el Santuario             

Le ofrecemos todo lo que somos y tenemos, lo que hacemos diariamente en el hogar, en el trabajo, en el estudio, en las alegrías y en las penas.

  Nuestros Santurarios en Ecuador          
SANTUARIO CIUDAD CELESTE
Km 9 de la vía Samborondón
SANTUARIO ALANGASÍ
Alangasí
SANTUARIO GUAYAQUIL
Av. Juan Tanca Marengo y Av del Santuario
SANTUARIO CIUDAD QUITO
Juana Miranda y Av Occidental (Subida al Teleférico)

¡ Oh Señora mía ! ¡ Oh Madre mía!  Yo me ofrezco todo a ti; y en prueba de mi filial

afecto te consagro en este día 

mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo,  Oh Madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. 

Amén

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